Como la famosa ilusión óptica de la escalera de escalones interminables. Ya basta con un alarido espontáneo salido de la blanca alma de Kiko y con una captura en su debido instante y con el ángulo preciso para que toda la España escocida e impotente por los éxitos del Barça convierta un control con el pecho en unas manos como una casa. Ya ni siquiera hace falta que Alfredo Relaño eche mano del Photoshop y gaste su tiempo en borrar jugadores del campo, o que Cadena COPE ejerza de fiel lacayo y escudero de los cobardes representantes del club madridista que a escondidas pretenden manchar la buena lid de las victorias culés. Ahora la nueva estrategia para reafirmarse en el cansino pretexto del villarato es echar mano del mentalismo e ilusionismo. O eso, o es que las burbujas del cava y champán que ha corrido por los salones de toda España para celebrar la anunciada marcha de Zapatero para dar paso en el gobierno al siguiente incapaz, nos ha jugado a todos una mala pasada.

Me provocan indiferencia las bufonadas de toda la farándula mediática. No voy a ser yo quien les dé más publicidad de la merecida. Pero resulta inevitable tomarse a risa y comentar esos desesperados y esperpénticos intentos de desestabilizar al Barça de la forma más ridícula que alguien pueda imaginar.

Como diría Anthony Blake: "No le den más vueltas, todo lo que han visto ha sido producto de su imaginación".